Soy—desde mi reducido habitáculo—,
un fiel admirador de la ventana,
desde donde me escribes cada día,
tus afectuosas cartas.
Tenue luz que se filtra acariciando,
la tarde que suspira enamorada,
y el sauce que aún te brinda compañía,
en el fondo de tu alma.
Yo quiero, como el sauce de tu alcoba,
darte sombra, darte fuerzas, darte alas,
aún cuando me corten sin piedad,
mis hojas y mis ramas.
Yo quiero por encima de esta vida,
incluso más allá de tus entrañas,
ser sauce, ser poema, ser la luz
que entre por tu ventana.