De la infame y repugnante careta
con la que los inconscientes gobiernan,
conozco indignación y desengaño,
suburbios de angustia, vicio, dolor,
hambre, penas y guerras.
De la máscara que el hombre diseña,
aparentando ser lo que otros sueñan,
conozco soledades y mentiras,
castillos de naipes, sueños volátiles,
miserias y tristeza.
Pero de este caparazón de piedra,
donde todavía se refugia ella,
yo sólo conozco un hondo vacío,
yo no sé, no comprendo, yo no tengo
la más remota idea.