Regresan las azules campanillas
en la mañana de mi despertar,
y en la ventana de mi dormitorio,
las oigo repicar.
Retornan las oscuras madreselvas
sobre las tapias de mi soledad,
y entre sus hojas las flores hermosas,
me invitan a soñar.
Vuelven otra vez las olas gigantes,
furiosas cual torrentes a estallar,
sobre el espigón desierto de mi alma,
que expira en alta mar.
Vienen los ruiseñores y jilgueros,
otra vez con sus trinos a cantar,
y el órgano en la iglesia solitaria,
atruena sin cesar.
Llegan los bosques, las xanas, las ninfas,
los arroyuelos de mi pubertad,
y otra vez los recuerdos de mi vida,
me invaden sin piedad.
Pero esta vez en sus alas el Fénix,
porta los vientos de la libertad,
y sobre ayeres, enigmas y vida,
mis versos hablarán.