Ojos negros

Lejos del epicentro literario,
desde donde todo y nada se advierte
—tal vez intimidada por las letras—,
oteaba el ambiente.

En un instante efímero sus ojos,
entraron en los míos de repente,
y entonces pensé que era una quimera
o acaso era la fiebre.

Pero al comprobar que estaba despierto,
y que más bien tibia estaba mi frente,
comencé a buscarla como un poseso
por el salón ardiente.

Y como la brújula encuentra el norte,
así mi corazón halló la fuente,
donde miles de sueños sumergidos,
renacieron al verme.

Yo no sé lo que dijeron sus labios,
ni de su compañía fui consciente,
pero sé lo que dijeron sus ojos
negros como la muerte.

¡Ah!, si ella supiera que sus pestañas,
arcos de mansedumbre me parecen.
¡Ah!, si ella supiera cuando enojada,
¡lo que a mí me parece!

Obra, Rimas

9 enero, 2016

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