La enamorada

Pasaba con un hálito de gracia
meciéndose con el soplo del aire,
y arrastraba un silencio primoroso,
similar al propio arte.

Pasaba con una sonrisa blanca
vistiendo las inolvidables calles,
de una sensación y de una belleza,
jamás inigualables.

Pasaba de este corazón al alma,
un extraño no sé qué de su imagen,
algo que nunca supe yo por qué,
ocurrió aquella tarde.

Pasaba… y ya pasó la enamorada,
hoy creo, que no la recuerda nadie,
el corazón y el alma se resienten,
yo me quejo, como antes.

Rimas

18 julio, 2010

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